martes, 29 de julio de 2014

¿Vieron al animal político?
Alvaro Sierra Devia
@alsidero
Escrito 01-2014
Julio 29 del 2014

Apenas estoy empezando a curiosear con mayor detenimiento, los intríngulis de nuestra política, como un acto que me permita entender el por qué los colombianos somos tan reacios a participar en ella –explícitamente-, sin darse cuenta que su no participación es la que le permite a unos pocos mantenerse en el poder y lucrarse con ello.

Mis conocimientos previos y lo poco que ha sucedido en la legislatura iniciada el pasado 20 de Julio me permiten aventurar una arriesgada comparación entre el comportamiento de un animal que admiro mucho, el pulpo,  con el de un senador al que le respeto su inteligencia, y al que percibo como un depredador de poder: Alvaro Uribe.

El pulpo es invertebrado, tiene ocho tentáculos, una cabeza, tres corazones, sangre azul; es muy prudente –raya con la timidez-, inteligente, aprende con rapidez y su capacidad para mimetizarse todavía sorprende a los estudiosos.

En las pasadas elecciones, el senador Uribe logro instalar 19 tentáculos en el Senado y 12 más en la Cámara de Representantes. Lo mostrado hasta ahora es que esos tentáculos se comportan disciplinadamente, como un relojito, siguiendo las órdenes e instrucciones de su líder, quien además conoce el entorno como la palma de su mano, se mimetiza con mucha suficiencia, y además tiene tentáculos en otras bancadas que solo utilizará en los momentos cruciales. La votación de hoy, para empezar a tomarle el pelo al debate en su contra, es un ejemplo de ello.

Habrá mucha bulla a su alrededor, levantarán la voz en su contra, lo ofenderán, pero se mimetizará con la ayuda de sus tentáculos, levantando arena cuando sea necesario, permaneciendo alerta para atacar y huir en medio de una cortina de tinta, solo cuando sea necesario.

Inmanejable será este monstruo para verdes, alianza, polo, independientes, no corruptos, pues son solo peces pequeños –minorías- en el estanque, y lo máximo que harán será molestarlo un poco. Él se está preparando para enfrentar un enemigo de su mismo tamaño: otro monstruo –corrupto también- que le arrebató lo que tanto quiere: el poder.

Ojalá que podamos ver toda esta novela, a través de la televisión pública, de los medios, de los trinos de varios senadores no corruptos, y que en estos momentos se están constituyendo en el despertador para todos esos colombianos que permitimos que estos engendros nos gobiernen, se apropien de nuestras tierras y regalen nuestras riquezas.

Para terminar este primer escrito, quiero disculparme públicamente con los pulpos por tan odiosa comparación. Afortunadamente y a diferencia de aquel, el pulpo no representa una amenaza para el hombre, es dócil, no es depredador, e inclusive llega a ser amigable con las personas. Generalmente termina su vida con un acto de amor inconcebible en Uribe: muere de hambre para que sus hijos sobrevivan.

jueves, 10 de julio de 2014

IRRACIONALIDAD UNIVERSITARIA
Alvaro Sierra Devia
Julio 10 del 2014

De acuerdo con el Ministerio de Educación Nacional (Decreto 1295 del 2010) y la infraestructura de los programas académicos universitarios en Colombia, nuestros estudiantes deben dedicar en promedio más de once horas diarias a estudiar, de lunes a viernes, durante quince semanas semestrales, en carreras profesionales de cuatro o cinco años; por lo menos eso es lo que compran, y eso es lo que pagan.

Ese mismo sistema implica que nuestros estudiantes desembolsan en promedio, más de $13.000 por hora de clase, para un programa que cobre cuatro millones de pesos semestrales. Durante muchos semestres -en la mayoría de carreras-, se agrupan más de 30 estudiantes por curso; hagan cuentas, la universidad recibe por cada curso más de $411.000 pesos cada hora como ingreso, y su egreso principal -el docente a cargo- no recibe más de $30.000 la hora; el tipo de contratación que exige el gobierno para los docentes no mejora estas cifras.

Mi experiencia, durante muchos años, me permite afirmar que son raros los estudiantes que hacen estas cuentas. Las leyes del mercado indican que son los clientes o usuarios quienes tienen la razón y el derecho de exigir por lo que pagan. En nuestro sistema educativo eso no existe; culturalmente, nos alegramos cuando un profesor no asiste a clase, o no le damos importancia a la inasistencia o retardos de los estudiantes a sus jornadas diarias.

La mayoría de programas académicos se mide en créditos académicos y oscilan entre 140 y 180 para las carreras profesionales. El decreto 1295 indica que un crédito académico son 48 horas de actividad académica del estudiante. Las Universidades organizan estas actividades académicas en semestres de quince o dieciséis semanas de duración cada uno.

Este mismo decreto define que la tercera parte de la actividad académica de los estudiantes debe tener acompañamiento docente y el resto debe ser trabajo independiente; eso significa que diariamente un estudiante debe estar acompañado por un docente en promedio cuatro horas y trabajar independientemente casi ocho horas. Ustedes verifiquen si lo están haciendo o no.

En algunas instituciones universitarias, todavía existen los semestres de quince o dieciséis semanas, y las horas de 45 minutos. En general hay un alto porcentaje de desaprovechamiento de las horas de clase –aventuro más del 20%- por la forma en que las universidades organizan sus horarios diarios: los famosos huecos entre bloques de clase, o los cambios de aula en sitios geográficamente distantes.

El desperdicio se vuelve dramático en los programas de jornada nocturna, que se miden con el mismo rasero. No son racionales las ocho horas diarias de trabajo independiente de un estudiante nocturno que debe cumplir, además, con una jornada laboral, y generalmente con obligaciones familiares que requierem dedicación, especialmente cuando son jóvenes cabezas de hogar, con personas a cargo.

¿Será esto, otra consecuencia de la falta de preparación -en asuntos prácticos de nuestra realidad-, de nuestros estudiantes durante su educación básica? Los resultados de las pruebas PISA lo están advirtiendo.