Mi personaje del 2014 se llama PLUTOCRACIA
ALVARO SIERRA DEVIA
@alsidero
Diciembre 31 del
2014
Según la
Real Academia Española de la Lengua RAE, plutocracia es la preponderancia de
los ricos en el gobierno del estado, y eso es lo que sucede en Colombia. Los verdaderos ricos son los dueños del país y se reducen a una cuantas familias –los llamamos
cacaos- que representan menos del 0,1%
de la población colombiana; es decir unas 50.000 personas.
Su dominio ha evolucionado de manera tal, que manejan al país como a una compleja Sociedad
Anónima, a través de testaferros muy bien pagos que están ubicados en las
gerencias de las organizaciones clave, con las que logran tres propósitos
fundamentales: mantener el control del estado, apropiarse de sus riquezas y
conservar un alto estado de invisibilidad.
El control
del estado lo mantienen con un remedo de democracia que apacigua hipócritamente
la conciencia internacional y que utiliza eficazmente herramientas tales como
la violencia, la corrupción, el diseño de perversos sistemas informativos,
financieros y administrativos, y de un modelo educativo que castra desde temprano
el desarrollo de las competencias críticas y creativas del 95% de los
colombianos.
Son los
dueños de las riquezas del país, de las tierras, del dinero; la acumulan y no
la comparten. Las que no pueden acumular la venden al extranjero y se quedan
con el producto de la venta. Los salarios de los testaferros y de los empleados
no son distribución de riqueza, son solamente gastos administrativos y costos
de producción.
Son
completamente invisibles gracias a sus testaferros, ubicados en las tres ramas
del poder público, en la dirección de las organizaciones financieras, en la
presidencia de las principales organizaciones productivas, quienes a su vez
manejan las organizaciones de control y de policía.
Esta visión
de estado, permite entender el proceso de negociación en la Habana, como eso
exactamente: una negociación entre testaferros aristócratas y molestos
violentos que incomodan como piedra en el zapato. Por ningún lado se vislumbra
la paz, pues todo se está haciendo a espalda de 47 millones de colombianos
sordos, ciegos y mudos, que estamos más pendientes de la octava estrella de
Santa fe, del traspaso de Camilo Vargas, de la edad de Amparo Grisales, de
Teófilo Gutiérrez como el mejor de América y cosas así, mientras hacemos
cuentas de qué clase de mierda seguiremos comiendo con los $28.000 adicionales
que al mes nos regalará uno de los pocos aristócratas-plutócratas-cacaos que
conocemos: Juan Manuel Santos…
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