miércoles, 31 de diciembre de 2014

Mi personaje del 2014 se llama PLUTOCRACIA

ALVARO SIERRA DEVIA
@alsidero
Diciembre 31 del 2014

Según la Real Academia Española de la Lengua RAE, plutocracia es la preponderancia de los ricos en el gobierno del estado, y eso es lo que sucede en Colombia. Los verdaderos ricos son los dueños del país y se reducen a una cuantas familias –los llamamos cacaos- que representan menos del  0,1% de la población colombiana; es decir unas 50.000 personas.

Su dominio ha evolucionado de manera tal, que manejan al país como a una compleja Sociedad Anónima, a través de testaferros muy bien pagos que están ubicados en las gerencias de las organizaciones clave, con las que logran tres propósitos fundamentales: mantener el control del estado, apropiarse de sus riquezas y conservar un alto estado de invisibilidad.

El control del estado lo mantienen con un remedo de democracia que apacigua hipócritamente la conciencia internacional y que utiliza eficazmente herramientas tales como la violencia, la corrupción, el diseño de perversos sistemas informativos, financieros y administrativos, y de un modelo educativo que castra desde temprano el desarrollo de las competencias críticas y creativas del 95% de los colombianos.

Son los dueños de las riquezas del país, de las tierras, del dinero; la acumulan y no la comparten. Las que no pueden acumular la venden al extranjero y se quedan con el producto de la venta. Los salarios de los testaferros y de los empleados no son distribución de riqueza, son solamente gastos administrativos y costos de producción.

Son completamente invisibles gracias a sus testaferros, ubicados en las tres ramas del poder público, en la dirección de las organizaciones financieras, en la presidencia de las principales organizaciones productivas, quienes a su vez manejan las organizaciones de control y de policía.


Esta visión de estado, permite entender el proceso de negociación en la Habana, como eso exactamente: una negociación entre testaferros aristócratas y molestos violentos que incomodan como piedra en el zapato. Por ningún lado se vislumbra la paz, pues todo se está haciendo a espalda de 47 millones de colombianos sordos, ciegos y mudos, que estamos más pendientes de la octava estrella de Santa fe, del traspaso de Camilo Vargas, de la edad de Amparo Grisales, de Teófilo Gutiérrez como el mejor de América y cosas así, mientras hacemos cuentas de qué clase de mierda seguiremos comiendo con los $28.000 adicionales que al mes nos regalará uno de los pocos aristócratas-plutócratas-cacaos que conocemos: Juan Manuel Santos…

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